La mujer y el huso
Con el presente artículo nos gustaría llamar la atención sobre ciertos aspectos olvidados por el historiador: las labores cotidianas y el papel fundamental de la mujer para con estas. Para profundizar en esta materia hemos escogido una labor tan fundamental como es la del arte de la confección y su vínculo histórico con el sexo femenino.
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La confección fue una tarea ininterrumpida desde la historia de los primeros hombres, ya que cubría una necesidad vital para la supervivencia como era la de aislarse del medio en el que el hombre vivía. Desde tiempos protohistóricos tenemos constancia de la especialización en este arte, sobre todo gracias a la arqueología que ha podido recuperar parte de algunas vestimentas, además de tapices y otros tejidos suntuosos. En la Edad Media las herramientas más utilizadas para realizar esta labor eran el huso y la rueca, siendo a partir del siglo X cuando empezó a extenderse por Occidente el uso del telar, no obstante este tardará en popularizarse, sobre todo en los ámbitos más humildes donde el uso de la rueca y del huso aún puede detectarse (recordemos La rueca de Gandhi en la India).
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Gracias a la introducción de la máquina de hilar en la Francia de 1224 (su primera aparición fue en China, en el año 1210), empezará a desarrollarse una primera industria textil europea. La sofisticación en este arte llegó a comprender las labores de hilar, urdir, tejer, coser, tricotar, bordar, lavar, remendar, planchar y otras tantas labores de producción que se consolidaron en el mundo bajomedieval.
Fue Ovidio quién nos dejó escrita en su Metamorfosis, La fábula de Aracne (La Metamorfosis VI, 1-145), aunque esta también fue contada por Virgilio en sus Geórgicas (Las Geórgicas IV, 245 y 247), la fábula narra lo siguiente:
"Aracne era una joven tejedora que vivía en Hipepa (Lidia) donde tenía un taller desde el que se hizo famosa por sus tejidos. Su fama llego a ser tan alta que la propia Aracne presumía de ser más capaz que la diosa Atenea (diosa de la guerra, de la sabiduría y de las artes, conocida por los romanos como Minerva). La diosa Atenea decidió darle una lección a la joven y disfrazada de anciana advirtió a la joven sobre la soberbia de esta hacía los dioses. La joven se burló de la anciana y ambas emprendieron una competición con el objetivo de demostrar cuál de las dos era superior en este arte. Aracne fue la ganadora de esta competición, osadía que enfureció mucho a la diosa, la cual decidió castigar a la joven convirtiéndola en araña, siendo condenada a tejer durante toda la eternidad".
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La fábula de Aracne fue difundida a lo largo de la Edad Media, siendo conservada hasta nuestros días. Para nuestros medievales, esta podía entenderse como una de las “condenas” que la mujer tenía que pasar debido a la soberbia de la misma desde la primera madre, Eva. No obstante, esta labor no fue un castigo para el mundo femenino, más bien lo contrario, era una vía de escape para la mujer en todos los sentidos.
A todo esto, debemos dejar claro que esta no fue una labor restringida solo al ámbito femenino, sobre todo sí nos situamos en los últimos siglos del medievo, ya que pasó a ser una labor familiar, dentro del taller, extendida al mundo burgués - gremial.
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​Asimismo, este era un arte que unía a mujeres de los tres estamentos de la sociedad medieval. La mujer campesina con pocos medios debía de dedicar tiempo para este trabajo, en ocasiones dependiendo solo de un huso o de una rueca comunitaria, de ahí, que una mujer en propiedad de una rueca podía sentirse afortunada, ya que tenía asegurada su supervivencia a la hora de quedarse huérfana o viuda. Por otra parte, la confección en el mundo religioso era necesaria, siendo una labor obligatoria para el autoabastecimiento de las hermanas religiosas y, en algunos casos, existían religiosas dedicadas a la costura para los pobres sin recursos.
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Por último, debemos de reseñar a las mujeres que se encontraban en la cúspide de la sociedad -damas nobles y reinas-, ya que entre ellas también existió una gran actividad textil. Era en las alcobas privadas donde se realizaban estas labores, configurando un espacio íntimo y restringido para estas, lugar donde podían desarrollar este arte y expresarse con libertad, siendo un ambiente restringido por un mundo gobernado por hombres.